Juan Beat

El frío cede y me revuelvo bajo las sábanas del depto. 15; los autos, el tranvía y las motonetas a gran velocidad cruzan la vía Cresenzo. El sonido de un saxo me despierta y ella no está en cama, escucho que prende la tv y algo dicen en italiano acerca de un transexual mexicano que se suicidó después de su última película X . Lorena trae una bata de seda, el contorno de sus senos se pierde, sólo los pezones erectos se "traslucen". Siguen los motores rugiendo, el saxo, los gritos; creo explotó una "nave" de la NASA. No le tomo importancia, yo he explotado más veces y aún sigo con la esperanza de amanecer con "alguien", despojarla de esa bata u otra, y llenar la tina con agua casi hirviendo. Doce grados centígrados y no pasa nada. Sigue con la bata y yo con las llaves del volvo bajo la almohada.
Es actriz, ha estudiado en academias inglesas y ahora reside en Italia, llevo dos días en su departamento. Me he bebido su tinto y ni siquiera hemos tenido sexo, sólo dormimos juntos. Ella cae rendida, yo he dejado a mis padres en Florencia, se quedarán esta noche y mañana por la tarde iré por ellos. Realmente no se que hago en este piso. El lugar es agradable, tiene una gran cava de vinos y la pasta le queda muy bien. La conocí en el vuelo Madrid-Roma, hablamos sobre Dario Argento y sus películas; y al bajar del avión me dejó su teléfono y dirección. Se llama Lorena y dice estar
Como sabe que yo no la busco para lo mismo, independientemente de que yo soy "un hombre de senos", los suyos me agradan, pero no tengo ganas de pensar en "amor, sexo o ambos". Es hora de cubrirme con las sábanas y esperar a que ella apague la luz y deje su libro debajo de la cama.
Quisiera aunque sea un leve romance con ella, pero sus energías están en la obra que prepara -esos pinches italianos, sólo porque soy diferente me fastidian; hacen su grupito y tengo que soportarlos, me dice furiosa agitando sus manos como si quisiera ahorcarlos. Yo sólo la miro, en unos cuantos días debo regresar a la escatológica ciudad de México y lamentaré mucho nisiquiera haber intentado besarla. Se veía tan tranquila con ese vestido y su cabello rojo, esperando en la sala a que yo saliera con una gorra espantosa de hokey; hizo muecas, pero aún así caminamos hacía el teatro.
No puse nada de atención a la obra. Nerviosamente intentaba rozar sus manos con las yemas de mis dedos, cuando lo logré estaba dispuesto a besarla, sin embargo, ya no deseaba un efimero y leve romance .

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal